Al desnudar a la Dominique descubrimos un ático con muchas posibilidades volumétricas gracias al doble espacio que ofrecía una cubierta a dos aguas escondida detrás del falso techo existente.
Se despliega un forjado tradicional intermedio que cubre la zona central de la planta, fragmentando el volumen en dos niveles y generando dos escalas dentro de la misma vivienda: una extremadamente humana, acotada por la plataforma levantada a 2,20 m de altura, donde se formaliza el acceso y se inserta el programa húmedo –cocina y baño–; y el otro, la que ofrecen los espacios principales en contacto con las fachadas, que multiplican su altura hasta enseñar el faldón de cubierta.